Imaginemos por un momento que Ada Colau hubiera estado cargando el cuidado de su padre con problemas de salud al erario público mientras retrasaba el dinero que debía dar a otras personas con familiares dependientes. Pensemos por un momento las horas y horas de radio, editoriales en prensa escrita e informativos de televisión que abrirían pidiendo la dimisión de la alcaldesa. Es fácil hacer ese ejercicio. Y sin embargo el caso es mucho peor porque quien ha cometido semejante abuso es, ni más ni menos, que el presidente del gobierno. Y el silencio al respecto es ensordecedor.
Jugamos con cartas marcadas. El expresidente Aznar cobraba comisiones a Abengoa por conseguirle negocios en la Libia de Gadafi. El rey de España estrecha la mano de su homólogo Saudí, responsable de una de las más tiránicas dictaduras del mundo, con quien nuestro país tiene excelentes relaciones. Un juez dice que el PP se financió de forma irregular durante 18 años, Rajoy se subió el sueldo mientras recortaba salarios en los peores momentos de la crisis y aplicaba una reforma laboral que abarataba el despido. La sede del partido del gobierno se financió presuntamente con dinero negro, el PSOE robó millones y millones destinados a los ERE en Andalucía. Correa nos explica cómo el PP cobraba comisiones a empresarios de la construcción a cambio de otorgarles licencias de obras; cientos de millones en una putrefacta simbiosis entre política y empresa. Juan Diego Botto// el Diario.es
Comentarios
Publicar un comentario